Parshat Pekudei Español
Compiled and Edited by Elan Perchik
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Rabino Jaim Dahan
Dando vida
ואת בניו תקריב
Y acercarás a sus hijos ... (Shemot 40:14)
Es sabido que la ciudad de Jevron no ha sido siempre un lugar seguro para que vivan los judíos. Considerando esto, en un momento dado se decidió que soldados armados cuidaran las calles durante la noche. A cada soldado se le daría una calle para mantenerla segura y protegida de cualquier sospechoso.
Una noche a las tres de la madrugada se escuchó un ruido. Uno de los soldados en una calle cercana no estaba seguro de haber escuchado algo importante. Tal vez, pensó, era solo otro gato que se había tropezado con una lata de atún. Pero entonces pensó de nuevo. "Tal vez debería ir a revisar, solo para estar seguro". Y así lo hizo. Al doblar la esquina, vio a un compañero soldado tendido en el suelo desangrándose. Corrió hacia el soldado en el suelo, y se dio cuenta de que un árabe debió haberle disparado. Sin embargo, sus ojos seguían abiertos, lo que indicaba que estaba consciente.
"¿Qué pasó?", preguntó. "No lo sé", respondió el soldado sangrante. "Creo que te dispararon", dijo el soldado mientras comenzaba a presionar la herida. "Quédate conmigo. ¿Cómo te llamas?" "Yoav", murmuró el soldado en el suelo. "Está bien, Yoav, no pierdas el conocimiento. Estoy pidiendo ayuda en este momento".
De inmediato llegó un grupo de técnicos de emergencias médicas que lo llevó al hospital. Baruch Hashem, Yoav se sometió a una cirugía y pudo sobrevivir y recuperar su salud. Pero a Yoav y a sus padres les dijeron: "Si no fuera por la valentía y la rápida respuesta del soldado que estuvo allí, posiblemente su hijo no lo hubiera logrado. Él está vivo gracias a ese soldado". Con sentimientos de tremenda gratitud hacia el soldado que había salvado la vida de su hijo y deseando hacer un Seudat Hodaah (comida de agradecimiento), los padres de Yoav buscaron al soldado, pero no estaban seguros de su nombre. Al revisar la lista de nombres de todos los soldados, nadie parecía coincidir con la descripción del soldado. Incapaces de identificarlo, los padres de Yoav fueron al ejército con la esperanza de que les pudieran ayudar. Pero ellos también solo recibieron un informe del incidente, pero no estaban al tanto del soldado involucrado.
Sin ningún otro recurso, los padres de Yoav decidieron probar algo más. Eran dueños de una gasolinera que tenía una farmacia dentro y estaba ubicada en un área llamada Kiryat Malaji. Y así, decidieron poner un letrero solicitando que si alguien tenía alguna información sobre cómo se había salvado su hijo, Yoav, se dirigieran por favor a la parte de atrás de la farmacia para contarles.
Pasaron tres meses y nadie acudió. Pasaron seis meses y aún no hubo respuesta. Un año después, una mujer se acercó a la tienda. "Un momento", comenzó a pensar para sí misma, "recuerdo que mi hijo me contó una historia que suena muy similar a la que se describe aquí. Me dijo que había escuchado algo a pesar de que no estaba seguro de lo que era y luego salvó la vida de un soldado. Me pregunto si este fue el muchacho que salvó”. Y entonces sacó su teléfono celular.
"Darom, ¿recuerdas la historia que me contaste acerca del soldado que salvaste en Jevron una noche?" "Sí, claro que sí", dijo. "¿Recuerdas el nombre del soldado?" "Por supuesto. Perdía y recuperaba la conciencia y le dije: 'Yoav, quédate conmigo; Yoav, quédate conmigo’”. "¡Ese es el nombre del chico que mencionan en este cartel!", gritó su madre. "¡Tú eres el soldado que buscan!" La mujer caminó hacia la parte de atrás de la farmacia, e informó a los padres: "Sé quién salvó la vida de su hijo". "¿Quién?", preguntaron mientras la miraban ansiosamente. "Fue mi hijo Darom". Luego procedió a contarles la historia con el detalle exacto. Ellos verificaron la información y de hecho era Darom. Ahora podrían hacer su Seudat Hodaah.
Con muchos invitados, se hizo una hermosa comida. La euforia por reunir a los dos soldados y sus familias era palpable en el aire. A medida que continuaba la celebración, la madre de Darom se acercó a la madre de Yoav y le pidió hablar en privado en la esquina. "Quiero decirte algo", comenzó la madre de Darom. "Claro", respondió la madre de Yoav, "cualquier cosa para ti".
"Cuando fui a la tienda ese día para informarle que fue mi hijo quien salvó a su hijo, usted no me reconoció. Pero tenía una razón para ir a su tienda en Kiryat Malaji. Hace veinte años mi marido me dejó. En ese momento estaba esperando un hijo. Pero considerando que tendría que criar al niño yo sola, no tenía trabajo y era muy joven, pensé seriamente en abortar. No quería quedarme con el niño.
“En un momento dado vine a su tienda a comprar unas pastillas. Cuando me acerqué a la farmacia, usted y su esposo me hablaron durante dos horas, animándome y explicándome que lo que es hoy no es mañana. Solo porque hoy no tengo ningún medio de sustento no significa que no lo tendré mañana. Luego continuaron disuadiéndome de abortar. Después de una charla alentadora, me fui con sintiéndome bien y animada.
“Entonces decidí que tendría al niño. Mi hijo es mayor ahora y él está en el ejército y estoy muy orgullosa de él. Durante años he tratado de venir a Kiryat Malaji y agradecerles. Finalmente, un día, vine a su tienda. Y luego vi el cartel colgado en la ventana. Me acerqué y lo leí. Entonces me di cuenta de que si no hubiera sido porque ustedes me convencieron de tener a este niño, él nunca habría nacido para volver años más tarde y salvar la vida del propio hijo de ustedes”.
Cuando nos extendemos, el gran alcance que puede tener puede salvar vidas. Si bien puede parecer que no es más que una conversación inocua o una simple mirada para ver si a nuestro compañero judío le está yendo bien, la verdad es que no lo es. Esa pequeña acción puede dar vida a un niño por nacer y a un soldado moribundo. Todos los judíos son una gran unidad familiar. Somos una familia a la que debemos dar nuestro tiempo, recursos y amor. Y cuando lo hacemos, los resultados son asombrosos.
Rabino Mashiaj Kelaty
Lo importante es el esfuerzo
ויקם משה את המשכן
Y Moshé erigió el Mishkan... (Shemot 40:18)
Cuando el Mishkan finalmente estaba listo para ser ensamblado, había un problema: era demasiado pesado. La tremenda destreza física que se requería para erigir los enormes tablones, desconcertaba a Moshe Rabbeinu. “¿Cómo puede un ser humano armar tal edificio?” Al expresar esta preocupación a Hashem, Moshe recibió la respuesta de que no tendría que hacer más de lo que era físicamente capaz. “Solo haz el esfuerzo de levantar el Mishkan”, dijo Hashem, “y entonces se levantará milagrosamente por sí mismo. No te preocupes por su peso extraordinario”. El trabajo de Moshe Rabbeinu era simplemente hacer lo mejor posible, y Hashem haría el resto.
En esta línea, el rabino Zejaria Wallerstein cuenta la historia de un hombre tenía una piedra en su patio trasero. Y todas las noches le decáan en un sueño, “Ve y empuja la piedra”; todos los días él iba y empujaba la piedra. Día tras día, semana tras semana y año tras año, se esforzó al máximo para empujar la piedra. Pero un día todo eso cambió.
Se le apareció al hombre en un sueño el Satanás y le dijo, "¿por qué malgastas toda tu energía en esto? ¿No te has dado cuenta de que no has movido la piedra ni una pulgada en tantos años?" Al despertar a la mañana siguiente, el hombre se sintió sacudido ante una realidad preocupante. ¿En verdad había estado perdiendo todo su tiempo? Penosamente convencido por las palabras seductoras de Satanás, decidió que a partir de ese momento la vida sería diferente. Ya no continuaría con su intento diario de empujar la piedra. Después de todo, ¿no fue todo en vano?
La noche siguiente el hombre tuvo otro sueño. Pero esta vez no fue el Satanás quien se le apareció, sino el mismo Hashem. “¿Por qué has dejado de empujar la piedra?” “Mira”, respondió el hombre, “lo he estado haciendo durante muchos años y no se ha movido ni un milímetro. ¡Estoy perdiendo el tiempo!” Pero Hashem tenía una pequeña sorpresa para él. "¿Alguna vez te dije que movieras la piedra? Todo lo que te dije es que la empujaras. Todo lo que debes hacer es dar lo mejor de ti; y yo me encargaré de la moverla".
Hace unos años, mi familia pasaba un tiempo de calidad todos juntos. Mientras que algunos niños disfrutan jugando fútbol o yendo al parque con sus padres, mi hijo Binyamin disfruta de un pasatiempo particular. Usando su merecido dinero de Bar Mitzvah, compró un cuadricóptero. Siendo un helicóptero con cuatro hélices, el cuadricóptero parece un gran aeromodelo y se vuela a control remoto. Adjunto al cuadricóptero hay una cámara que permite la fotografía aérea. Valioso y sentimental para mi hijo, su cuadricóptero es su posesión más preciada.
Como Binyamin y su hermano, Yoni, deseaban volar el cuadricóptero, decidimos tener una pequeña salida juntos. Al dirigirnos a Staples Corner, uno de los cruces de calles más grandes de Londres, donde convergen una serie de caminos, esperábamos tener un día maravilloso. Binyamin pensó que volaría el cuadricóptero por calles y puentes y capturaría algunas fotografías bonitas.
Acordamos ubicarnos en uno de los grandes estacionamientos de allí, finalmente llegamos y preparamos el cuadricóptero. Y entonces Binyamin lo dejó volar en el aire. Controlado desde abajo, todo iba bien hasta que comenzó a soplar el viento. Teniendo en cuenta que el cuadricóptero es resistente al viento y tiene un GPS incorporado, generalmente todo sale bien a pesar de las corrientes de aire. Además, hay una medida a prueba de fallos en el control remoto que regresa inmediatamente el cuadricóptero a la base y evita que continúe. Y así, cuando los vientos comenzaron a hacerse más fuertes, Binyamin presionó el botón de seguridad. Pero no funcionó.
Presionó el botón de seguridad una y otra vez, pero fue en vano. El viento eran demasiado fuerte y el cuadricóptero se alejaba cada vez más. Desesperados ahora que lo habíamos perdido de vista, miramos el monitor de la cámara que habíamos instalado con la esperanza de poder reconocer su ubicación.
Observando cuidadosamente la imagen representada en el monitor de la cámara, nos esforzamos por distinguir dónde estaba. Nos dimos cuenta de que estaba descendiendo y aterrizando en lo que parecía un estacionamiento, pero no pudimos distinguir los detalles hasta que la imagen parpadeó y se desvaneció.
Sin dudarlo, salimos a dar una vuelta por la zona. Mientras tanto, Binyamin se dedicó a estudiar Mishnayot y Yoni se puso a rezar de todo corazón con la esperanza de encontrar nuestro cuadricóptero perdido. Sin embargo, una hora después, la situación era la misma. Nada del cuadricóptero.
A medida que se oscurecía más y más y se acababa el tiempo para decir Minja, nos detuvimos a un lado de un centro comercial y decidimos rezar cerca de la calle. Al concluir Minja, decidimos buscar una vez más. Pero al ver que estaba casi oscuro, después de un corto tiempo, nos vimos forzados a detener la búsqueda. Al regresar a la casa, decepcionados, pensamos que seguiríamos buscando al día siguiente.
Entonces recibí un mensaje de texto de mi amigo, Effie Raymond. Nos explicó que al vernos parar lo que estábamos haciendo y sacar tiempo para rezar, se sintió conmovido. "Realmente me trajiste alegría", escribió. Mientras leía este mensaje, me di cuenta de que, aunque nunca encontráramos el cuadricóptero, quizás todo esto estaba sucediendo para traer alegría y luz inspiradoras a la vida de un compañero judío.
Más tarde esa noche, tenía programado estudiar con mi javruta (compañero de estudio). Estudiando juntos el último capítulo de Sanedrin (97a), el último pasaje que aprendimos juntos esa noche fue el siguiente:
"Hay tres asuntos que ocurren de inmediato y cuando menos se espera: la llegada de Mashiaj, encontrar un objeto perdido y una mordedura de escorpión".
No era una coincidencia que esta fuera la última pieza de Gemara que estudié esa noche. Después de terminar de estudiar con mi javruta, mi esposa y yo decidimos salir juntos a la estación de policía e informar sobre el cuadricóptero perdido. El oficial no estaba muy optimista de encontrarlo, sin embargo, decidimos hacer todo lo posible y esperar lo mejor.
Despues de un rato, regresamos al mismo lugar donde más temprano ese día mis hijos y yo habíamos buscado dos veces sin resultado. Esta vez, en medio de la oscuridad, buscamos cuidadosamente todo alrededor y tampoco encontramos nada. Mientras me decía a mí mismo una y otra vez, “lo que sea que estoy haciendo es solo mi esfuerzo; en última instancia, el resultado depende de Hashem”, nos dirigimos a casa con las manos vacías y los corazones vacíos.
Pero entonces sucedió lo inesperado. Noté algo blanco tendido a unos veinte pies de distancia en un estacionamiento. Le dije a mi esposa que manejara hasta allá, y a medida que nos acercábamos, nos miramos y nos echamos a reír. Allí estaba el cuadricóptero. Habiendo buscado en todas partes, cuando menos esperábamos encontrarlo, lo hicimos. Entonces entendí por qué esa Gemara en el Sanedrín fue la última frase que estudié esa noche. Me enseñaron una lección muy importante: a veces, cuando menos esperas que suceda algo, sucede.
Al igual que Moshe Rabbeinu haciendo su parte para erigir el Mishkan, así es el caso de cada uno de nosotros. Debemos hacer lo mejor que podamos y gastar tanto esfuerzo como sea posible, pero después de hacerlo, no debemos preocuparnos más. Podemos estar seguros de que Hashem se hará cargo del resto. Y la mayoría de las veces, el resto de la historia ocurrirá cuando menos lo esperemos.
Un mensaje corto de
Rebetzin Aviva Feiner
Mi esposo y yo visitamos una vez a un amigo que su casa había sido devastada por el huracán Sandy. Como vivía junto a la bahía en Back Lawrence, el huracán provocó que el agua llenara hasta el segundo piso de su casa. Pero había algo particularmente interesante que él señaló. Mientras todos los árboles adyacentes a su casa fueron aplastados y rotos, las cañas se mantuvieron erguidas y fuertes. “Que esto sea una lección”, dijo, “que es bueno ser flexibles en la vida. Si eres capaz de doblarte cuando llegue la marea, sobrevivirás. Sin embargo, si crees que todo tiene que ser a tu manera y permaneces firmemente obstinado como un árbol, entonces cuando algo te golpee, te vas a quebrar. ”
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