Parshat Vaigash Español
Compiled and Edited by Elan Perchik
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Coilado y Editado por Elan Perchik
Rabino Benzion Klatzko
Mi querido estudiante
Durante varios años, he tenido la gran oportunidad de llevar a estudiantes universitarios a Polonia. Nuestra visita incorpora un acercamiento a las desgarradoras experiencias y tragedias del Holocausto, y ofrece una motivación que esperamos deje a los estudiantes inspirados para continuar llevando la antorcha del destino y la tradición judía.
Un tiempo antes de uno de estos viajes, una querida estudiante mía, que había perdido a su madre tristemente hacía unos meses, se comprometió. Desafortunadamente, este no fue el único incidente trágico que había experimentado en su vida hasta el momento, sino uno de muchos. Por lo tanto, sabía que sería muy significativo si asistía a su compromiso en Brooklyn, lo que felizmente hice.
Meses después, recibí una llamada de ella. "¡Rab Klatzko!", exclamó la misma chica en un tono alegre. "¿Está disponible el próximo jueves?" La verdad es que no lo estaba. "Bueno, estaré en Polonia con un grupo de estudiantes", le contesté. "Oh ..." se suavizó su voz. "¿Qué es 'oh'?" Pregunté, presintiendo que algo andaba mal. "Me voy a casar el próximo jueves". Esto me tomó desprevenido. Por un lado, no había recibido ninguna invitación, y además, aunque lo hubiera hecho, ya se había programado un viaje a Polonia. Cincuenta estudiantes se habían inscrito y miles de dólares habían sido asignados. "Lo siento mucho", dije, casi ahogándome con mis palabras, "pero no puedo cancelar el viaje. Sin embargo, si puedo compensarte, realmente me encantaría que tú y tu novio vinieran a mi casa el primer Shabat de mi regreso... ”La conversación telefónica terminó poco después, pero me dejó angustiado. Sabía lo mucho que habría significado para ella si asistía a la boda, pero era simplemente imposible para mí estar en dos lugares a la vez.
Al día siguiente, su novio me llamó. "Rab Klatzko, podría estar equivocado, pero no estoy seguro si mi novia fue clara. Ella esperaba que usted y su esposa la acompañaran hasta la jupa. Mi corazón se detuvo de inmediato. En ese momento me di cuenta de la situación. Su madre había fallecido y, por lo tanto, no solo me pedía que asistiera a la boda, sino que cumpliera el papel especial de acompañarla a la jupa. Estaba en una encrucijada. Sinceramente deseaba estar allí para ella, pero también necesitaba estar allí para mis otros estudiantes en su viaje. No sería justo para ellos cancelar nada. Y así le expliqué al novio cuánto me hubiera encantado estar en la boda, pero lamentablemente no podría asistir.
Unos días más tarde, allí estaba en el campo de concentración de Majdanek, en Polonia. De pie en el mismo lugar que muchos de nuestros hermanos y hermanas estuvieron, yo y todos los estudiantes nos sentimos sacudidos hasta lo más profundo. Nuestros corazones se desplomaron y cayeron lágrimas de nuestros ojos, dejando nuestras mejillas húmedas y frías. Entonces el guía turístico habló. "No se puede imaginar cuántos padres lloraron aquí por la pérdida de sus hijos, y cuántos niños lloraron aquí por la pérdida de sus padres".
Entonces, de repente, me di cuenta. Yo estaba en el mismo lugar donde niños pequeños, que nunca más verían a sus padres, derramaron lágrimas interminables. Y a miles de millas de distancia estaba mi propia estudiante, que también lloró por la pérdida de su madre mientras se preparaba para caminar hacia su jupa. "¿Cómo podía no estar allí para ella?", me pregunté. Si la dejaba sola y decepcionada, no estaría actuando de acuerdo a la lección que aprendí de ese campo de concentración.
Y así, más tarde esa noche, me paré frente a los estudiantes y dije: “Queridos estudiantes, espero que lo entiendan, pero tendré que dejarlos por un momento. Voy a regresar a Brooklyn en el próximo vuelo y acompañaré a una de mis estudiantes hasta su jupa. Regresaré pronto, después de la boda. Estoy haciendo esto porque debo estar ahí para ella". Y fue exactamente lo que hice.
Algún tiempo después, uno de los estudiantes que había estado en el viaje se me acercó. “Rab Klatzko, solo quería decirle que irse a esa boda fue la lección más importante que nos enseñó en este viaje. Demostró la importancia y la magnitud del deber que tenemos de cuidar a nuestros hermanos y hermanas. Es algo que nunca olvidaremos".
Tampoco yo olvidaré jamás ese viaje. No solo el vuelo a Polonia, sino el vuelo desde Polonia. Me obligó a darme cuenta de que nuestra misión de eternizar el legado de nuestra nación se realiza cuando no solo aprendemos sobre el pasado, sino que vivimos el pasado. Cuando escuché cómo lloraban los niños por sus padres, comprendí que en el presente sucedía lo mismo con mi estudiante. Y solo estaría cumpliendo con mi responsabilidad como maestro, modelo a seguir y judío si ella podía contar conmigo. Si hubiera viajado hasta Polonia tan solo para esa única lección, hubiera valido la pena. Y así fue.
Rabino YY Jacobson
La Novena Llama Invisible
Escuché la siguiente historia de mi hermano, el rabino Simon Jacobson, quien a su vez la escuchó del hombre mismo:
“Con la ayuda de Di-s, sobreviví al campo de exterminio de Auschwitz. Todavía recuerdo el día. Fue el último Januca en Auschwitz, Januca de 1944. Día y noche solo pensábamos en cómo sobrevivir. Intentamos cada vez conseguir otro bocado de comida y evitar el hambre extrema que era insoportable. No podíamos pensar en otra cosa más que encontrar un poco de comida y mantenernos vivos. No sabíamos en qué día, semana o mes estábamos. Sin embargo, había algunas personas en el campamento que parecían operar en un nivel más alto de conciencia. A pesar de los horrores, nos recordaban cuándo era Shabat y cuándo era una festividad.
“Una mañana, traté de robar un poco de medicina de la enfermería para ayudar a mi padre que tenía llagas horribles en su cuerpo. Traté de aliviarlo de su dolor, y logré obtener un poco de bálsamo. Sin embargo, cuando regresé a las barracas donde se encontraba mi padre, ya no estaba allí. Hasta hoy, no sé lo que pasó. Tal vez fue una bala nazi, tifus o alguna otra enfermedad horrible. Todo lo que sabía era que mi padre se había ido y yo estaba desesperado. Me mantenía aferrado a la vida porque tenía a mi padre, pero ahora ya no estaba conmigo.
“Un señor mayor se me acercó y trató de consolarme. No sabía su nombre, pero sabía que platicaba seguido con mi padre. Me miró a los ojos y me dijo: ‘Hijo, no sé dónde está tu padre y no sé qué pasó, pero quiero decirte una cosa. Hoy es Januca, y Januca representa la victoria de unos pocos contra muchos, los justos contra los malvados, los débiles contra los fuertes, la luz contra la oscuridad. Estamos en el fondo de la oscuridad más grande de la historia. Tu padre estaría tan orgulloso de saber que vivirás y permitirás que la luz derrote a la oscuridad’.
"La suave voz del hombre me consoló, y con entusiasmo dije, '¿Sabes qué? ¡Vamos a encender la menorá de Janucá aquí en Auschwitz!’. El hombre sonrió con una sonrisa que camuflaba una profunda pena, mientras decía: ‘Es demasiado peligroso intentarlo. Este no es el lugar para encender la menorá de Januca’. Pero estaba tan entusiasmado y emocionado que le dije que iría a buscar aceite. Iría a la fábrica y obtendría aceite de máquina, y encenderíamos la menorá.
“Milagrosamente, corrí a la fábrica y obtuve un poco de aceite, después de lo cual regresé a las barracas. Por unos segundos olvidé mi pena y el horror en el que estaba. El señor mayor hizo algunas mechas con uniformes viejos y gastados. Ahora teníamos mechas y teníamos aceite. Lo único que faltaba era fuego. Vi que al final de uno de los edificios había cenizas ardiendo. Decidimos que en el momento de encender las velas después del anochecer, tendríamos algo de fuego y encenderíamos nuestra menorá de Januca. A esa hora, también estaría más silencioso y sería menos peligroso.
“En el momento oportuno, mi amigo mayor y yo dejamos nuestra barraca y caminamos con cuidado hacia las cenizas. Pero no duramos mucho antes de que un guardia de las SS nos atrapara. Era sádico, despiadado y bárbaro. Comenzó a gritarnos y nos arrebató las mechas y el aceite.
“Pero entonces, casi de repente, parecía que estaba ocurriendo un milagro. Un superior de la guardia SS le gritó ordenándole que lo siguiera. Nos sentimos aliviados, pero no por mucho tiempo. Se dio la vuelta y dijo: ‘¡Pronto regresaré a buscarlos!’ Luego siguió su camino y nos dejó a ambos aterrorizados. Estaba temblando y pensé que la vida había terminado. El señor mayor, sin embargo, estaba sereno y tranquilo.
"Regresamos al cuartel, después de lo cual el señor me miró y dijo palabras que nunca olvidaré por el resto de mi vida:
‘Esta noche realizamos un milagro que refleja el milagro de Januca, pero de una manera ligeramente diferente. En el milagro de Januca, tenían aceite que no podía durar más de una noche, y sin embargo prendió durante ocho noches. Pero tenían una menorá, tenían aceite, tenían una mecha y tenían un fuego. Aquí en Auschwitz también realizamos un milagro. Pero fue grande de una forma muy especial. Logramos encender una menorá sin aceite, sin mecha y sin llama. Yo lo llamo la novena llama invisible. La menorá de Januca consta de ocho velas, pero esta noche encendimos la novena vela, que es tan profunda y tan real que es invisible. Saldrás de aquí con vida y dondequiera que vayas, quiero que le digas al mundo lo que sucedió. En la oscuridad más profunda de Auschwitz, el fuego y la llama del espíritu judío no pudieron extinguirse. Hijo mío, no creas que no encendimos una llama. Lo hicimos. Fue la novena llama, y fue más profunda que cualquier llama que haya sido encendida en la historia judía.
“Y con eso, el hombre concluyó:
‘Quiero que te aferres a esta llama de hogar, de pasión, de amor y de luz. Llévala contigo dondequiera que vayas y compártela. Cuando te encuentres con alguien desesperado, cuéntale sobre esta llama que encendimos en Auschwitz. Cuéntale sobre la llama que era inextinguible y sobre el fuego que nunca podría morir’.
“Cuando terminó estas palabras, el guardia de las SS regresó. Entró en el cuartel y empujó al señor afuera. Nunca más supe de él. Yo, sin embargo, logré escapar. Unas semanas más tarde, el 22 de enero de 1945, los soviéticos liberaron Auschwitz.
“Esa es la historia sobre la menorá que encendimos, en Januca de 1944, en la oscuridad más profunda del campo de exterminio de Auschwitz”.
En diciembre de 2016, llevé a un grupo de alrededor de sesenta estudiantes judíos seculares de universidades estadounidenses a Polonia. Era la época de Januca, y nos dirigimos a Auschwitz. Fue un día muy frío, pero allí nos paramos frente a uno de los barracones. Le pedí a dos nietos de los sobrevivientes del Holocausto que habían estado en Auschwitz que vinieran a encender la menorá. No fue fácil encender la menorá entre los vientos tormentosos, pero logramos encender dos velas. Luego los estudiantes me pidieron que compartiera algunas palabras. Pero, ¿qué palabras podría compartir en un lugar así? Entonces recordé esta historia que mi hermano escuchó de este sobreviviente.
Cuando terminé de contar la historia, concluí: “Mis queridos estudiantes, les estoy contando esta historia porque quiero que comprendan de qué tipo de personas provienen. Pertenecen a un pueblo que logró encender una vela de esperanza y fe, de compromiso y pasión, incluso en las noches más oscuras y densas. Quiero que lleven esta menora dondequiera que vayan y la compartan con todos. Compartan esta esperanza y esta luz. Conviértanse en embajadores del judaísmo ante el mundo entero y enséñenle a todas las personas, incluso a quienes miran sus vidas y no ven mechas, llamas, aceite ni menorah. Enseñen esta lección a las personas que han sido heridas y miran sus vidas y no ven potencial para la iluminación. La llama de un judío nunca muere".
Rabino Avraham Nissanian
Nunca caer
La Guemara (Berajot 4b) hace una observación profunda que de otra manera hubiéramos pasado por alto. ¿Por qué todas las letras del alfabeto hebreo están presentes en las primeras letras de cada verso de la oración de Ashrei, excepto la letra nun? ¿Por qué es esa la única letra que se omite?
La Guemara explica que esto se debe a que la letra nun contiene una alusión a la caída del pueblo judío, como se menciona en el Pasuk, “Ella ha caído y ya no se levantará, la doncella de Israel”. (Amós 5: 2). En deferencia a este verso, la oración de Ashrei sigue con la letra samej después de la letra mem, y omite a la nun.
Sin embargo, lo que extrañamente destaca al considerar esta Guemara es el himno poético que se canta todos los viernes por la noche, Eshet Jail. Al invocar las virtudes y cualidades de la esposa judía, el esposo de la casa le da serenatas a su esposa con alabanza tras alabanza. Sin embargo, en Eshet Jail, a diferencia de Ashrei, la letra nun si está incluida. La pregunta por lo tanto resalta: ¿No hay faltas y caídas en la vida de la esposa judía? ¿Cómo puede ser que incluyamos la letra nun?
Durante los 365 días del año, una esposa está al lado de su esposo, y todo el tiempo cuida de la casa y de los niños. Como el himno describe, en su increíble fuerza, realiza con mucho empeño innumerables tareas domésticas, prepara ropa y provisiones para sus hijos, y se levanta temprano antes del amanecer y cuida de los pobres. Una verdadera Eshet Jail logra lo extraordinario.
Sin embargo, en medio de estos hermosos elogios a la esposa judía, el himno agrega: "Su marido es especial en los consejos cuando se sienta con los ancianos de la ciudad". En este acróstico de la letra nun, su autor, Shlomo Hamelej, destaca al marido. Y cabe preguntar. ¿Por qué todo el Eshet Jail está dedicado a cantar las alabanzas de la esposa, y ahora, de repente, cambia para hablar de la estatura y posición del esposo? ¿Qué lugar tiene él?
La respuesta a este acertijo es la respuesta a la pregunta original. No es casualidad que al esposo de una Eshet Jail se le alude específicamente en la letra nun. Es porque él es quien le da fuerza, la anima y la fortalece. Cuando ella lo necesita, él se apresura a casa después de su trabajo con los ancianos prominentes y está a su lado. La Eshet Jail puede estar a punto de caer, pero ella nunca se cae por completo, porque su esposo siempre está allí para levantarla.
La letra nun alude así a la esposa y al apoyo de su esposo. A pesar de ser una persona trabajadora y distinguida en el lugar de trabajo, el marido sabe dónde se encuentran sus verdaderas prioridades y su amor más profundo. Es decir, con su esposa y su hogar. Son aquello por lo que él se apresura a casa después del trabajo. Y es precisamente esa devoción y dedicación lo que eleva y apoya a la Eshet Jail todos los días de su vida, y nunca le permite caer.
Un mensaje corto del
Rabino Yom Tov Glaser
Todos buscamos percibir y experimentar de manera palpable a Di-s. Estamos ansiosos por entrar en contacto cercano con la espiritualidad, con lo que podríamos considerar, "la experiencia de Di-s". Sin embargo, con toda honestidad, debemos cuestionar tal premisa. ¿Cuándo exactamente planeamos tener esta “experiencia de Di-s”? ¿En el Kotel este Shabat? ¿El próximo martes por la tarde mientras caminamos por la calle? ¿Podemos siquiera prepararnos para tal “experiencia”?
La respuesta es que, sin embargo, ese encuentro con Di-s y la espiritualidad que estamos buscando, en realidad está sucediendo ahora mismo. Nada mágico y extraodinario pasará simplemente contando hasta tres y chasqueando los dedos. Esa experiencia con Di-s está sucediendo en este mismo momento, y de hecho siempre ha estado ocurriendo. Es posible que simplemente no nos hayamos percatado o no estamos sensibles a esto. La verdad es que podemos estar en cualquier lugar en cualquier momento y experimentar a Di-s.
Muchos individuos son lo que podríamos llamar, "adictos a la experiencia extrema”. A ellos les va muy bien y viven por esos grandes momentos, cuando sienten una corriente de adrenalina a través de su cuerpo. De lo contrario, se sienten vacíos y muertos por dentro. Es solo cuando hacen algo extremo que se sienten "vivos". Pero el verdadero testimonio de espiritualidad y una persona genuinamente espiritual es todo lo contrario.
Recuerda esta línea: “Las personas espirituales se sensibilizan a la sutileza de Di-s en el momento”. Esa verdadera experiencia espiritual de Di-s ocurre en cada momento de tu vida, siempre que estés en contacto contigo mismo y con Hashem. Se trata de ver y sentir más allá del espacio superficial de nuestro mundo físico y sintonizamos nuestros pensamientos y sentimientos con nuestro propósito en la vida, nuestro estudio y desempeño de la Torá y la Divinidad dentro de nosotros y nuestro entorno. Una vez que se internaliza, la "experiencia de Di-s" ciertamente está sucediendo. Y ese momento es este momento.
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